No te asustes, no te preocupes: la noche alcanza esa casa lejana cerrar no puedo esa ventana. "Yo pensaré en todo", me dices tú. Bajo a abrirte la puerta, no me mires pero: la tormenta del tiempo ha dejado sus huellas, mis ojos han perdido ese brillo de un paseo juvenil, mis piernas tienen que andar en la oscuridad, mi boca y frente arrugadas, mis cabellos finos hasta caerse. Aún no soy un fantasma, aún puedo tocarte y besarte ¡Pero no me mires, por favor! Acuérdate de mí, de cómo nos conocimos bajo la lluvia
esa primavera de hace 50 años. Ninguna mano me apretó
determinada como la tuya desde entonces, ningún hombre me robó un suspiro como el que salió de mis labios teniendo que alejarme de ti.
Hoy has venido a verme
por la puerta del jardín antes de irte definitivamente, antes de subir las escaleras celestes.
Eres perfecto como un ángel sin plumas Eres joven como un chico
sin barba, ¡eres de nuevo tú por fin! Yo no. Yo tengo esa coraza
de huesos y muslos caducos.
Llévame contigo
para que me parezca a un ángel.
No quiero plumas
pero sí quiero volar dejándome atrás el barro del suelo.